GALILEO GALILEI

1564 - 1642

Exponentes de la Codificación

  

 

"Por las bellas noches estrelladas y sin lugar, toda la gente ha contemplado esa faja blanquecina que atraviesa el cielo de un extremo a otro y que los antiguos denominaron la Vía Láctea, por su apariencia lechosa.(...)

  

Es de esta forma poética que inicia el ítem 32 de el capítulo VI de La Génesis que, conforme al pie de página, señala que fue "textualmente extraído de una serie de comunicaciones dictadas a la Sociedad Espírita de Paris, en 1862 y 1863, bajo el título de "Estudios Uranográficos", y firmadas por GALILEO, sirviendo como médium Camilo Flammarion.

  

Reencontramos en el capítulo aludido el mismo entusiasmo del Galileo estudioso que un día tomó el telescopio que construyera y que acortaba treinta y tres veces la distancia del objeto, a quien el llamó "Viejo Descubridor", y girándolo hacia el cielo, vio saltar a sus ojos el mayor de los espectáculos accesible a la vista de los hombres: El panorama extraordinario del Infinito, con sus vías iluminadas por innumerables soles.

  

En aquella noche memorable, Galileo extasiado verificó que lo que parecía simplemente, a simple vista, un velo nebuloso, era una faja de estrellas, con muchísimas otras espiando, curiosas, por entre ellas.

  

Nacía, entonces, la Astronomía moderna. Fue a los 17 años que Galileo Galileo, nacido el 18 de febrero de 1564, en Pisa, en Italia, mantuvo su atención hacia el candelabro de la bóveda de la Catedral de su ciudad natal.

  

Alguien lo moviera hacia un lado a fin de encenderlo y habiéndolo soltado, el candelabro osciló en silencio sobre la cabeza de los fieles, describiendo arcos que poco a poco se fueron tornando más cortos.

  

Galileo se olvido de orar, se olvido de los propósitos que lo habían conducido a la Iglesia y con un espíritu de observación, midió el tiempo de cada oscilación por su propio pulso.

  

Su familia llegó a perder la paciencia con el mozalbete, tantas fueron las experiencias que él hizo a partir de entonces con péndulos, suspendiéndolos en el techo y en las ramas de los árboles.

  

El resultado fue la invención de un péndulo que se podía sincronizar con el pulso humano y que los médicos pasaron a adoptar para medir las pulsaciones de los enfermos.

  

Por insistencia del padre, fue  a estudiar Medicina en la Universidad de Pisa, después de haber fracasado como ayudante en la tienda de la familia.

  

Fue también su padre quien, amante de la música, lo enseñó a tocar el laúd y el órgano. Galileo llegó a ganar notoriedad como pintor.

  

Estudiando solo, descubrió en Arquímedes, al mayor de todos los matemáticos y filósofos griegos, y a partir de ahí, inventó una balanza hidrostática.

  

Tuvo el coraje de refutar a Aristóteles, probando no sólo que los cuerpos, independiente de su peso, caen con una velocidad que se va acelerando, como también que la aceleración de la caída es uniforme.

 

Dio a la Física un nuevo concepto  de la inercia , o sea, la tendencia que tienen los cuerpos a quedar en reposo, o, cuando en movimiento, continua desplazándose en línea recta, con la misma velocidad, a no ser que una fuerza externa ejerza sobre ellas alguna acción.

 

A los 24 años era profesor de Matemáticas en la Universidad de Pisa, cargo que perdió por defender sus ideas. Sufrió persecuciones, le disminuyeron el salario y él terminó por renunciar.

 

En 1592 la República de Venecia lo convidó a enseñar en la Universidad de Pádua. Durante 18 años, con un sueldo que podía ser considerado bueno, y en un ambiente de libertad intelectual, Galileo inventó una regla para cálculos, un transferidor y diseñó fortificaciones y máquinas para el cerco de las ciudades y de los puentes.

 

Eran tantos sus alumnos que era obligado a enseñar al aire libre. Finalmente, la Inquisición extendió su ignorante brazo y prohibió a Galileo enseñar sus teorías, porque los movimientos celestiales revelados por los lentes de su telescopio y su inteligencia iban en contravía con las Escrituras. Durante 16 años él se sometió.

 

Entonces, decidió dar a luz sus Diálogos sobre los Sistemas Principales, en un debate entre las teorías de Ptolomeo y de Copérnico. El Papa Urbano VIII vio su propia caricatura en uno de los personajes y Galileo recibió la orden de suspender la venta del libro, que, a pesar de todo, ya se divulgaba por toda Europa.

 

A los 70 años, sufriendo de una doble hernia y palpitaciones cardíacas, Galileo compareció frente al examen de los cardenales, en Roma. Lo amenazaron con las peores torturas y, al final de 4 meses, fue obligado a arrodillarse y leer en voz alta, la refutación de las ideas de Copérnico.

 

Su libro fue incluido en el index y él, condenado a la prisión perpetua. Gracias a la intercepción del Duque de Toscana, salió de la mazmorra donde se estaba pudriendo y quedó detenido en su casa hasta su muerte, ocho años después, siempre espiado.

 

Así mismo, sabios del Mundo Entero iban a su casa en masa. Con la luz de los ojos disminuida y con el riesgo de su propia vida, el gran genio se permitió escribir y entregar, para su publicación en países donde reinase la libertad de pensamiento, fragmentos del libro Diálogos sobre dos nuevas ciencias, obra que lo convierte en el fundador de la Física Experimental.

 

En el año en que nacía Isaac Newton, 1642, Galileo expiró, ciego y prisionero. Los penetrantes ojos azules de aquella águila enjaulada se cerraban para el mundo físico, a fin de que sus ojos espirituales pudiesen escudriñar con total libertad la majestad de las leyes naturales, liberado de las supersticiones de su época.

 

Con certeza, por eso contribuyó tan maravillosamente en la quinta obra de la Codificación, cerrando el capítulo discurriendo al respecto de la diversidad de los mundos, presentándolos como "... son como las piedras preciosas que componen un gigantesco mosaico, como las flores diversificadas de un admirable jardín". Parque donde decía él, Dios se revela a cada instante y que las criaturas humanas podremos divisar a través de la ciencia, que "no puede dejar de progresar".

 

Fuentes:

  • Grandes vidas, grandes obras (Selecciones del Reader's Digest) , 1968.
  • KARDEC, Allan. La Génesis. Río de Janeiro, 1986.

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